¿Qué mejor homenaje a los escritores que dejar que los libros anden
sueltos? Eso pasará mañana a las 16 en Plaza Once: atentos, que desde
esa hora aparecerán libros en los bancos, en los canteros, junto a los
árboles, en los lugares menos pensados. El milagro ocurrirá por acción
de la La Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (S.E.A.),
que así festeja el Día del Escritor, en conjunto con la Dirección
General del Libro y Promoción de la lectura de la Ciudad.
Entre los libros que se “liberarán” en la Plaza, estará
Palabras vivas –una antología de textos de autores desaparecidos editada por la SEA–,
La máscara sarda, de Luisa Valenzuela; varios títulos de Tununa Mercado y Alberto Laiseca; los poemas de
El protegido del ciervo, de Graciela Aráoz;
Gallito ciego, de Marta Grané y
El intendente, de Edgardo Berón. Los libros son provistos por la Ciudad, por las editoriales y por los propios autores, según el caso.
Los escritores celebran su día el 13 de junio por el nacimiento, en
1874, de Leopoldo Lugones. La fecha la instituyó la Sociedad Argentina
de Escritores después de que el autor de
La guerra gaucha se
suicidara, en el Delta, en 1938. Mucho antes, en 1924, la joven revista
Martín Fierro –donde escribían Borges y Girondo, entre otros– le había
dedicado uno de sus “epitafios”:
Fue don Leopoldo Lugones/ un
escritor de cartel / que transformaba el papel/ en enormes papelones./
Murió no se sabe cómo./ Esta hipótesis propuse: / Fue aplastado por el
tomo/ de un diccionario Larousse”.